Editorial
Consejo Comunal Coromotanos de Lander
Corría
el
año
de
1830,
tiempos
de
extrema
tensión
y
conflictos
políticos.
La
seguridad
de
la
República
era
inestable,
las
ideas
de
separación
revoloteaban
navegando
por
muchas
mentes
y,
amenazaban
con
fragmentar
como
un
rompecabezas
el
añorado
sueño
de
Bolívar.
Un
año
donde,
el
más
preciado
objetivo
integracionista
del
Libertador
se
iría
por
los
vacíos
del
individualismo
e
intereses
personales.
Por ideas del general Páez, ¡Vaya que idea! Se convoca el conocido Congreso de Valencia donde se hace hincapié en las ideas de desintegración,
como
si
el
aunamiento
de
los
departamentos
hubiera
sido
tan
fácil.
En
relación
con
esto,
a
pesar
de
la
insistente
idea
de
ruptura,
Bolívar
luchó
por
mantener
los
territorios
unificados,
tanto
así
que
tuvo
la
osadía
de
arribar
al
poder
con
un
régimen
dictatorial,
sin
embargo,
tantos
esfuerzos
se
tornaron
estériles
cuando
el
13
de
mayo
se
separa
Ecuador
de
la
gran
Colombia
y
meses
después,
el
22
de
septiembre
de
ese
mismo
año
se
consolida
la
separación
de
Venezuela
de
la
Gran
República.
Si
bien,
es
cierto
que
esta
Gran
Nación
había
sido
conformada
a
través
de
las
luchas
independentistas
de
Bolívar
y
su
grupo
de
libertadores;
en
cuestiones
de
horas
había
sido
dividida
en
tres
naciones
(departamento
de
Ecuador,
Nueva
Granada
y
Venezuela).
Desde aquel 1830 hasta la fecha han transcurrido
184
años,
caracterizados
por
conflictos
internos
y
externos
en
la
política
venezolana
afectando
no
solo
el
ámbito
geopolítico,
también,
el
ambiente
geoeconómico.
Lo
sorprendente,
es
que
los
mismos
vicios
de
individualidad
y
armisticidad
del
pasado
afloran
en
los
sectores
políticos
que
conducen
al
país
en
la
posteridad.
El
Poder
Central,
direccionado
por
el
Ejecutivo
Nacional
idea
los
planes
y
proyectos
para
cumplir
con
el
Plan
de
Desarrollo
de
la
Nación,
pero
los
poderes
regionales
y
municipales
no
acatan
el
programa
presidencial
sino
que
se
aíslan
de
las
directrices
del
Jefe
de
Estado
y
han
hecho
con
la
autonomía
que
le
confiere
la
Constitución
un
disfraz
para
ocultar
sus
malas
gestiones
y
corrupción
administrativas.
A pesar de esto, el soberano, aquel pueblo consciente y crítico juzga y contrasta, para bien o para mal, las labores de los dirigentes del gobierno. El descontento popular se vislumbró en las elecciones del 14 de abril cuando los resultados en favor del oficialismo no fueron los que la tolda roja esperaba. Por tal razón, Maduro insistió en seguir con los procesos de revisión del gabinete ministerial y las figuras del gobierno, tanto así, que una de sus más recientes acciones fue cambiar las figuras que dirigían algunos Ministerio. Medida aplaudida por unos y cuestionada por otros.
Maduro, es hora de defender al pueblo. Aquel soberano,
que
te
apoyó
en
el
arribo
a
la
presidencia
que,
aunque
descontentos
con
las
gestiones
de
esos
disfrazados
de
caperucita
roja,
acostumbrado
a
construir
todo
con
mentiras,
engaños
y
falsas
promesas,
que
dejan
a
los
ciudadanos
con
las
manos
estiradas
y
nunca
le
cumplen,
ese
pueblo
ignorado,
hoy
espera
por
tu
gobierno
popular.
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